Monday, March 05, 2007

LA MONTAÑA MÁGICA ( primera parte )


LA MONTAÑA MÁGICA
Thomas Mann
(PRIMERA PARTE)

Un modesto joven se dirigía en pleno verano desde Hamburgo, su ciudad natal a Davos Platz, en el cantón de los Grisones. Iba allí a hacer una visita de tres semanas.

Así comienza esta novela, que irremediablemente y bajo mi siempre modesta opinión, necesitará de una segunda lectura para su completa asimilación, al fin y al cabo La Montaña Mágica es la mayor novela de aprendizaje e iniciación a la vida.
Ese sería el motivo de esa segunda lectura, pues nosotros mismos nos encontramos en el mismo proceso que el joven protagonista Hans Castorp.

La Montaña Mágica es una novela lenta, con un sentido del tiempo único y a la vez inexplicable para el que no la ha leído, por eso mismo la lectura de esta novela es en si misma un ejercicio de distanciamiento con nuestro propio sentido del tiempo, por eso es muy recomendable una lectura sin prisas, sin ninguna prisa, como los internos de un sanatorio de tuberculosos de los Alpes suizos en la convulsa Europa que estaba incubando el germen de la primera guerra mundial.

Hans Castorp, llega como invitado al sanatorio para tuberculosos Bergoff con la idea absolutamente establecida en su racional cabeza de pasar tres semanas visitando a su primo Joaquim Ziessem, convaleciente desde hace tiempo en aquel sanatorio por sus afecciones pulmonares. Hemos de decir que su primo es un militar, imposibilitado de sus funciones, por el motivo que ya sabemos, hombre rígido, disciplinado, metódico…
Hans Castorp es huérfano de padre y madre, aunque proveniente de una burguesa y acomodada familia, por lo tanto su tío y tutor el cónsul Tiennapel, siempre fue lo más parecido a un padre para el.
Nuestro protagonista, joven burgués, ingeniero naval con la carrera recién terminada y hombre en principio poco dado a las letras sucumbirá a aquel ambiente febril que rodea al propio sanatorio y a sus variopintos habitantes, su forma de vestir, sus maneras, su forma de relacionarse. Pronto Hans Carstop comenzara a darse cuenta de que allí coexisten varias cosas todavía sin calificar que aunque en un principio chocan contra sus costumbres, sus propias formas y sus valores morales, y que en el fondo lo reconfortan y lo atraen.
Y mientras el tiempo sigue pasando y se acerca el día que terminen esas tres semanas que iba a durar su visita. Hans Carstop decidirá adaptarse en la medida de lo posible a la vida y condiciones del sanatorio Bergoff, saldrá a dar paseos con su primo por los alrededores, todavía con su aire extrañamente burgués, su sombrero, sus cigarrillos….también comenzará a hacer junto a su primo la cura de reposo que hacen en la terraza después de cada comida.
El tiempo, su paso, sus manifestaciones, a casi tres mil metros de altura, es otro tiempo, es otro ente, y el cuerpo del que lo vive, es otro, distinto, diferente.
Estas son las extrañas sensaciones de nuestro protagonista en un lugar donde no existen las preocupaciones, las agendas, donde el caprichoso clima alpino, manda y somete con dureza a su antojo, no hay verano, ni primavera, por lo menos no a nuestro modo, hay un tiempo, una infinitud de carácter imprevisible.
Días antes de su partida comenzará a sentirse mal y caerá en un estado febril, de cansancio y agotamiento, casi, por así decirlo un sometimiento del propio lugar que habita.
El doctor Berens, director del sanatorio y doctor y cirujano le aconsejará que se quede allí por algún tiempo, en el sanatorio ya que le han visto una pequeña lesión húmeda en un pulmón y claro el sentido del tiempo del propio doctor Berens es la misma abstracción que lo rodea todo, por lo que en principio nuestro protagonista deberá guardar reposo en cama durante tres meses.
En esta novela el sentido febril del individuo, va mucho más allá de la propia fiebre como tal, es una manifestación de muchos factores, algunos de ellos ni existen a nuestros ojos, pero están, así que Hans se tomará todos los días la temperatura tres veces y verá pasar y cambiar bruscamente el clima desde su cama. A estas alturas nuestro joven ingeniero ya es una persona conocida en el sanatorio, entre sus extravagantes habitantes, distinguidos rusos, burgueses alemanes y austriacos, comerciantes del norte de Europa, distinguidas damas…y el joven humanista italiano, Setembrini, hombre de letras, ilustrado, el prototipo del pensador renacentista pero convaleciente en un sanatorio de tuberculosos, será él el que tome como discípulo a Hans y nazca una gran amistad entre ellos entre largas conversaciones existencialistas, filosóficas o sobre la antigüedad, pero de eso hablaremos más tarde.
Es el Bergoff un lugar único, ya no por ese sentido del tiempo del que ya hemos hablado, si no por sus consecuencias inmediatas, las personas que viven allí parecen no darse cuenta pero su vida transcurre sin este elemento y es por este motivo por el que todo es placentero y existen esas tertulias después de la cena en la que pronto Hans será uno de los participes, o esos plácidos conciertos de verano en la gran terraza, o esas conferencias del doctor Krokovski acerca del enamoramiento y la enajenación.
Al final Hans sucumbirá como el resto a todas estas cosas que vamos nombrando desde el principio y perderá su propio sentido del tiempo, entre otras cosas.
También he de señalar que unido a esta carencia del sentido del tiempo, la muerte como tal también tiene un sentido diferente allí arriba, no es muerte, no es tiempo, no es nada, cada vez que fallece un interno, desinfectan la habitación, llega otro que la ocupa, pero siguen las reuniones, las opulentas cenas, los paseos, los cigarrillos… y al final la muerte no es nada, como tampoco lo es el tiempo, solo es parte de el proceso que todos viven allí arriba.

1 comment:

Anonymous said...

Bueno no se si estoy yo para leer libros que se muere la genteeee, pero tiene buena pinta
Bueno, no puedo estar muy contenta,aunque si has leido alguno de mis anteriores post, veras que soy una persona optimista, y que bueno, solo estoy tomando carrerillaaaaaaaaa!!!, pero si, al mal tiempo buena cara!!
encantada