ARQUEOLOGÍA
El hombre que recogía colillas en la parada del veintitres era un hombre de otro mundo y posiblemente de otro tiempo.
Al verlo recoger una colilla y encenderla con aspecto huraño no pude evitar pensar en como nos vamos alejando de nosotros mismos.
Yo de pequeño también recogí alguna y seguramente la encendí jugando a retar a mi propio futuro.
Al subir al bus y pasar la tarjeta, pensé si todavía estaba, me giré y miré a la parada.
Había desaparecido.
No supe decir si fué un espejismo.
L. Roser.
Poesía para perdidos
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*ALEJANDRO BONA ESTER*
He nacido en Zaragoza en el año 1999 y estudiado la carrera de Filología
hispánica en la Universidad de Zaragoza. Actualmente ...