Hans Carstop y el secreto de la posición horizontal.
Hans Casrtop el protagonista de la montaña mágica, bien podría ser cualquiera de todos nosotros, sí, quizá tú también.
La montaña mágica es un libro importante para todo aquel que aspire a entender el verdadero sentido de la vida, del paso del tiempo, del propio sentido del tiempo en su concepto abstracto. Novela famosa, entre los aficionados a la buena literatura, odiada o venerada, casi no hay termino medio. Se podría decir que la lectura de la montaña mágica es un hecho diferente en si mismo a muchas otras cosas que podamos hacer en la vida. Se podría decir que esta novela en sí, es todo un proceso, tanto para el protagonista como para el lector, y digo proceso por que somos nosotros los que habitamos la eterna e inquebrantable atmósfera del sanatorio Bergoff y en nuestra lectura acompañamos al protagonista en sus cambios físicos, en sus nuevas impresiones, en su recorrido vital por adueñarse de su propia vida y en su dificultad para tener que cambiar su aburguesada vida por lo otro.
Otro dato importante y maravillosamente relatado es la visión humanizada que da al lector el escritor tanto de la vida como de la muerte. La vida y la muerte son una cosa sola en el sanatorio Bergoff, un ente fusionado y con una percepción totalmente ajena a todo el que no habite el sanatorio. Y el tiempo pasa, pero al mismo tiempo no pasa, y engaña al lector y al protagonista y te das cuenta de que en el proceso de Hans Carstop y en el de la propia lectura de su existencia, también tú te has fundido en ese sentido del tiempo que solo comprenden los que habitan allá arriba en las montañas.
Creo importante decir que la montaña mágica no es una novela fácil de leer, escrita en tercera persona está llena de tiempos muertos en la que la acción del universo Bergoff se cambia radicalmente por conversaciones existencialistas y filosóficas de más de cincuenta páginas algunas de ellas, conversaciones entre un humanista italiano y un oscuro y casi medieval jesuita que lo tomarán como discípulo. A mi me llevó cuatro meses leerla, nunca tuve momentos de duda, pero sí es cierto que la novela en bastantes momentos requiere un esfuerzo intelectual, de concentración y comprensión importantes.
En definitiva una novela que te abre caminos totalmente diferentes a la hora de entender algunas cosas y el propio sentido de las mismas, una de las grandes novelas sobre el aprendizaje.
Hans Casrtop el protagonista de la montaña mágica, bien podría ser cualquiera de todos nosotros, sí, quizá tú también.
La montaña mágica es un libro importante para todo aquel que aspire a entender el verdadero sentido de la vida, del paso del tiempo, del propio sentido del tiempo en su concepto abstracto. Novela famosa, entre los aficionados a la buena literatura, odiada o venerada, casi no hay termino medio. Se podría decir que la lectura de la montaña mágica es un hecho diferente en si mismo a muchas otras cosas que podamos hacer en la vida. Se podría decir que esta novela en sí, es todo un proceso, tanto para el protagonista como para el lector, y digo proceso por que somos nosotros los que habitamos la eterna e inquebrantable atmósfera del sanatorio Bergoff y en nuestra lectura acompañamos al protagonista en sus cambios físicos, en sus nuevas impresiones, en su recorrido vital por adueñarse de su propia vida y en su dificultad para tener que cambiar su aburguesada vida por lo otro.
Otro dato importante y maravillosamente relatado es la visión humanizada que da al lector el escritor tanto de la vida como de la muerte. La vida y la muerte son una cosa sola en el sanatorio Bergoff, un ente fusionado y con una percepción totalmente ajena a todo el que no habite el sanatorio. Y el tiempo pasa, pero al mismo tiempo no pasa, y engaña al lector y al protagonista y te das cuenta de que en el proceso de Hans Carstop y en el de la propia lectura de su existencia, también tú te has fundido en ese sentido del tiempo que solo comprenden los que habitan allá arriba en las montañas.
Creo importante decir que la montaña mágica no es una novela fácil de leer, escrita en tercera persona está llena de tiempos muertos en la que la acción del universo Bergoff se cambia radicalmente por conversaciones existencialistas y filosóficas de más de cincuenta páginas algunas de ellas, conversaciones entre un humanista italiano y un oscuro y casi medieval jesuita que lo tomarán como discípulo. A mi me llevó cuatro meses leerla, nunca tuve momentos de duda, pero sí es cierto que la novela en bastantes momentos requiere un esfuerzo intelectual, de concentración y comprensión importantes.
En definitiva una novela que te abre caminos totalmente diferentes a la hora de entender algunas cosas y el propio sentido de las mismas, una de las grandes novelas sobre el aprendizaje.
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