Friday, March 09, 2007

¿ INSTITUIR LA ESTUPIDEZ .


¿INSTITUIR LA ESTUPIDEZ .

Hace ya unos meses cuando decidí crear un blog sobre creación literaria, poesía y relatos cortos lo hice con el propósito de dar rienda suelta a alguno de mis intereses e inquietudes. Pensé que la mejor base era la honestidad, el compromiso y la libertad de opinión.

A los que seguís este bolg os diré que nuca lo hice con el propósito de darle un cariz político o partidista, de hecho hasta la fecha ha sido así. Solo me di tres licencias, el día de la muerte del dictador Pinochet, otro día publicando un manifiesto en contra de la TORRRTURA, sí con tres erres, y el otro fue a raíz de escuchar una conferencia de el historiador Jose Luis del Corral en el centro de Historia de Zaragoza, en el que habló de la instrumentalización y prostitución que hacen algunos ideólogos conservadores sobre la Historia de este país y más en concreto del sangrante y oscuro periodo que fue la guerra civil española.

Hoy voy a hacer una excepción, con ello sé que me expongo a críticas y a que algunos me tachen de lo que arriba ya he dicho que no iba a hacer, pero creo que el compromiso con la libertad de pensamiento y la situación actual que se está creando principalmente por la derecha de este país me lo reclama. No creo que nos debamos de mantener al margen de la fractura social que se está creando, una fractura palpable en la calle, en los bares….Este país gracias a la lucha de millones de personas que no hace tantos años estuvieron oprimidas, intelectuales, poetas, pintores, actores, escritores exiliados, presos en las cárceles, mujeres oprimidas, anuladas en su propia condición de mujer, castigos físicos, psíquicos, la mayor parte nunca reparados…por todo esto y mucho más que no voy a decir por que me podría pasar toda la noche y me tengo que ir a la cama, deberíamos de detenernos un momento y pensar aunque sea por un solo instante que nuestra capacidad de raciocinio, nuestra escala de valores, nuestra visión del panorama social no debería verse transgiversado por ningún poder político. Simplemente si ello ocurre en mi modesta opinión es un atentado a nuestra propia inteligencia y a la memoria colectiva.
Todos tenemos derecho a manifestarnos, es un derecho que recoge nuestra constitución, esa misma que parece que haya parido esta derecha agrietada y defectuosa, a la vez que también paría el himno, y la bandera y el sentido del estado y la ética y los valores y la moral, la moral por lo visto no la ha acabado de expulsar y en todo este parto imaginario, si hubiese existido como tal habría estado asistido por los veinte obispos que salieron a la calle a manifestarse como veinte insectos negros, en una metamorfosis Kafkiana, a favor de la familia y en contra de la ley que permite casarse a las parejas del mismo sexo.
El peligro de todo esto es que corremos el peligro de difuminarnos en esta polvareda y perder o poner en peligro por lo menos todas esas garantías y todos esos valores de convivencia que tantos años han costado, sobre todo a nuestros padres.
El pueblo siempre ha ido por delante de los dirigentes, pero también es muy fácil engañarlo, sobornarlo, edulcorarlo…Ojalá se imponga la inteligencia y sepamos valorarla. Por que eso si que es nuestro y nunca no lo podrá quitar nadie.

Monday, March 05, 2007

LA MONTAÑA MÁGICA (SEGUNDA PARTE)


LA MONTAÑA MÁGICA
Thomas Man


SEGUNDA PARTE

Un modesto joven se dirigía en pleno verano desde Hamburgo, su ciudad natal a Davos Platz, en el cantón de los Grisones. Iba allí a hacer una visita de tres semanas.

Hans y su primo se sentirán profundamente impresionados por el discurso y las ideas del humanista y francmason Settembrini, este último tomará como discípulo de sus enseñanzas a Hans y es así como poco a poco nacerá entre ellos una profunda y recíproca amistad y como Hans conocerá de primera mano las disertaciones y reflexiones del humanista italiano en torno a la religión, el renacimiento, los estilos arquitectónicos medievales, la revolución industrial, el peso de la ética y la quemazón de la moral…
Pasados los tres meses de reposo, será el doctor el que le indique que deberá pasar todavía unos meses mas para curar sus lesiones pulmonares, a partir de ahí todo será distinto y cada día un descubrimiento, allí arriba lejos de la civilización, lejos del ruidoso mundo de abajo.
Largos paseos, excursiones al pueblo, largas e intelectuales conversaciones con el italiano….al final, también el propio Hans sucumbirá a aquel micro universo y acabará perdiendo el sentido de su propio tiempo, el suyo y el de los demás, verá pasar desde su terraza los cambios en el paisaje, en las montañas, en los árboles, aún así ya habrá dejado por completo de tener el más mínimo interés por el paso de su propio tiempo.
Su primo Jaquim Ziessem no podrá aguantar aquel extraño cautiverio y después de llevar allí varios años decidirá retomar su profesión de militar en el mundo de abajo, no tendrá la aprobación del doctor Berens y un año más tarde volverá enfermo y morirá junto a su madre y su primo Hans con la solemnidad y la austeridad que su propio carácter le confería. Y Hans se perderá del todo en un torbellino de emociones y en un deslumbramiento constante de su propia existencia. Cabe resaltar el capítulo donde Hans se pierde paseando con sus esquís en una tormenta de nieve, una tormenta que hace que pierda la orientación y esté a punto de morir, es en este punto donde Hans, en plena tormenta, a punto de morir congelado entra en una catarsis producto e su propia pasividad por estar, permanecer y ser parte misma del sanatorio.
Eran tiempos revueltos en continente, llegaban continuas noticias de revueltas, de invasiones… y a muchos de los internos del sanatorio les entró una oleada de deseos patrióticos y de amor por la patria, los mismos que nunca dejó de sentir su primo. Esta agitación y este de alguna forma cambio total para toda Europa será el detonante en Hans que haga que despierte de su letargo humanista y burgués y se aliste en el ejército alemán, llevándolo en último término a luchar en primera línea del frente.

Las cuatro páginas finales de esta novela, no se las voy a contar, solo puedo decir, que son de una majestuosidad y una brutalidad tal que hasta el ser más despreciable saldría gritando y odiando cada una de las guerras, de la más grande a la más pequeña.

LA MONTAÑA MÁGICA ( primera parte )


LA MONTAÑA MÁGICA
Thomas Mann
(PRIMERA PARTE)

Un modesto joven se dirigía en pleno verano desde Hamburgo, su ciudad natal a Davos Platz, en el cantón de los Grisones. Iba allí a hacer una visita de tres semanas.

Así comienza esta novela, que irremediablemente y bajo mi siempre modesta opinión, necesitará de una segunda lectura para su completa asimilación, al fin y al cabo La Montaña Mágica es la mayor novela de aprendizaje e iniciación a la vida.
Ese sería el motivo de esa segunda lectura, pues nosotros mismos nos encontramos en el mismo proceso que el joven protagonista Hans Castorp.

La Montaña Mágica es una novela lenta, con un sentido del tiempo único y a la vez inexplicable para el que no la ha leído, por eso mismo la lectura de esta novela es en si misma un ejercicio de distanciamiento con nuestro propio sentido del tiempo, por eso es muy recomendable una lectura sin prisas, sin ninguna prisa, como los internos de un sanatorio de tuberculosos de los Alpes suizos en la convulsa Europa que estaba incubando el germen de la primera guerra mundial.

Hans Castorp, llega como invitado al sanatorio para tuberculosos Bergoff con la idea absolutamente establecida en su racional cabeza de pasar tres semanas visitando a su primo Joaquim Ziessem, convaleciente desde hace tiempo en aquel sanatorio por sus afecciones pulmonares. Hemos de decir que su primo es un militar, imposibilitado de sus funciones, por el motivo que ya sabemos, hombre rígido, disciplinado, metódico…
Hans Castorp es huérfano de padre y madre, aunque proveniente de una burguesa y acomodada familia, por lo tanto su tío y tutor el cónsul Tiennapel, siempre fue lo más parecido a un padre para el.
Nuestro protagonista, joven burgués, ingeniero naval con la carrera recién terminada y hombre en principio poco dado a las letras sucumbirá a aquel ambiente febril que rodea al propio sanatorio y a sus variopintos habitantes, su forma de vestir, sus maneras, su forma de relacionarse. Pronto Hans Carstop comenzara a darse cuenta de que allí coexisten varias cosas todavía sin calificar que aunque en un principio chocan contra sus costumbres, sus propias formas y sus valores morales, y que en el fondo lo reconfortan y lo atraen.
Y mientras el tiempo sigue pasando y se acerca el día que terminen esas tres semanas que iba a durar su visita. Hans Carstop decidirá adaptarse en la medida de lo posible a la vida y condiciones del sanatorio Bergoff, saldrá a dar paseos con su primo por los alrededores, todavía con su aire extrañamente burgués, su sombrero, sus cigarrillos….también comenzará a hacer junto a su primo la cura de reposo que hacen en la terraza después de cada comida.
El tiempo, su paso, sus manifestaciones, a casi tres mil metros de altura, es otro tiempo, es otro ente, y el cuerpo del que lo vive, es otro, distinto, diferente.
Estas son las extrañas sensaciones de nuestro protagonista en un lugar donde no existen las preocupaciones, las agendas, donde el caprichoso clima alpino, manda y somete con dureza a su antojo, no hay verano, ni primavera, por lo menos no a nuestro modo, hay un tiempo, una infinitud de carácter imprevisible.
Días antes de su partida comenzará a sentirse mal y caerá en un estado febril, de cansancio y agotamiento, casi, por así decirlo un sometimiento del propio lugar que habita.
El doctor Berens, director del sanatorio y doctor y cirujano le aconsejará que se quede allí por algún tiempo, en el sanatorio ya que le han visto una pequeña lesión húmeda en un pulmón y claro el sentido del tiempo del propio doctor Berens es la misma abstracción que lo rodea todo, por lo que en principio nuestro protagonista deberá guardar reposo en cama durante tres meses.
En esta novela el sentido febril del individuo, va mucho más allá de la propia fiebre como tal, es una manifestación de muchos factores, algunos de ellos ni existen a nuestros ojos, pero están, así que Hans se tomará todos los días la temperatura tres veces y verá pasar y cambiar bruscamente el clima desde su cama. A estas alturas nuestro joven ingeniero ya es una persona conocida en el sanatorio, entre sus extravagantes habitantes, distinguidos rusos, burgueses alemanes y austriacos, comerciantes del norte de Europa, distinguidas damas…y el joven humanista italiano, Setembrini, hombre de letras, ilustrado, el prototipo del pensador renacentista pero convaleciente en un sanatorio de tuberculosos, será él el que tome como discípulo a Hans y nazca una gran amistad entre ellos entre largas conversaciones existencialistas, filosóficas o sobre la antigüedad, pero de eso hablaremos más tarde.
Es el Bergoff un lugar único, ya no por ese sentido del tiempo del que ya hemos hablado, si no por sus consecuencias inmediatas, las personas que viven allí parecen no darse cuenta pero su vida transcurre sin este elemento y es por este motivo por el que todo es placentero y existen esas tertulias después de la cena en la que pronto Hans será uno de los participes, o esos plácidos conciertos de verano en la gran terraza, o esas conferencias del doctor Krokovski acerca del enamoramiento y la enajenación.
Al final Hans sucumbirá como el resto a todas estas cosas que vamos nombrando desde el principio y perderá su propio sentido del tiempo, entre otras cosas.
También he de señalar que unido a esta carencia del sentido del tiempo, la muerte como tal también tiene un sentido diferente allí arriba, no es muerte, no es tiempo, no es nada, cada vez que fallece un interno, desinfectan la habitación, llega otro que la ocupa, pero siguen las reuniones, las opulentas cenas, los paseos, los cigarrillos… y al final la muerte no es nada, como tampoco lo es el tiempo, solo es parte de el proceso que todos viven allí arriba.