Esta es la historia de dos amigos, a uno de ellos le gustaba mucho ir en bicicleta, al otro no le gustaba casi nada. De hecho hacía dos años que no la sacaba. Este último amigo era tan bueno que cuando sacó la bicicleta del trastero y vio que había una telaraña, cogió la araña y la metió en una caja de zapatos para colocarla después otra vez.
Mientras llegaba a casa este último amigo al que llamaremos amigo B, el primero el que si le gustaba, que llamaremos amigo A, lo esperaba en casa preparando dos bocadillos de color rojo y bailando con sus amigos azules.
Cuando llegó B, A ya lo tenía todo preparado. Ese día había hecho mucho calor, un calor tan sofocante que hasta los caracoles llevaban sombrilla cuando A Y B pasaron al lado de ellos con sus bicicletas.
Las bicicletas de A y B llevaban sistema de autopropulsión, pero de momento no lo pensaban utilizar. Montaron en las bicis y comenzaron el paseo, B parecía muy contento y eso que ya hemos avisado que no le gustaba demasiado montar en bicicleta. A iba cantando y hablando a gritos con dos pájaros muy gordos que iban volando a su lado.
Ese día querían ir a la feria del pueblo de al lado. El calor era sofocante pero al fondo el cielo se estaba comenzando a cubrir con unas nubes negras. Ellos seguían tan contentos con sus bicis. Aunque B se iba parando de vez en cuando y decía que le dolía el culo.
Se pararon a hablar con varios animales que estaban por allí paseando. De repente se dieron cuenta de que el cielo se había puesto muy negro y unos truenos muy fuertes amenazaban tormenta. Comenzó a soplar un aire tan fuerte, lleno de polvo y tierra que A y B corrieron a refugiarse debajo de un muñeco hinchable gigante que había a la entrada de la feria. La gente corría y gritaba, B se puso unas gafas de buzo y a A se rellenaron las zapatillas de arena. Aquel aire huracanado se llevaba todo lo que encontraba a su paso, sombrillas, bolsas de plástico, papeles, algunas pelucas… De repente oyeron un ruido fuerte y raro y se dieron cuenta de que el muñeco hinchable se había soltado de uno de los tensores del brazo, rompiéndose y deshinchándose y cayendo sobre ellos. Casi no les da tiempo a salir aquello se desinfló desparramándose por el suelo. B quería quedarse le daba mucha pena dejarlo allí, pefro A tiró de el y se lo llevó a rastras. Comenzaba a llover mucho, así que cogieron las bicis y se fueron al fondo a cubierto donde estaba toda la gente y los muñecos.
Vaya rollo dijo B, mientras A sacaba los bocatas rojos de sobrasada y se los comían en el suelo rodeados de muñecos de peluche.
Aquella noche fue una lata, llovió de tal manera que suspendieron la feria y la gente y los muñecos poco a poco comenzaron a irse.
A le dijo a B que lo mejor de aquella noche eran los bocatas rojos. B se rió y le dijo que a pesar de todo le gustaba hacer cosas con el.
Así que se volvieron a casa, la turbo propulsión de las bicis se había estropeado, así que volvieron andando, a B le dolía tanto el culo que no paró de quejarse hasta que llegó a casa, además hacía frío.
Y ya está.
Mientras llegaba a casa este último amigo al que llamaremos amigo B, el primero el que si le gustaba, que llamaremos amigo A, lo esperaba en casa preparando dos bocadillos de color rojo y bailando con sus amigos azules.
Cuando llegó B, A ya lo tenía todo preparado. Ese día había hecho mucho calor, un calor tan sofocante que hasta los caracoles llevaban sombrilla cuando A Y B pasaron al lado de ellos con sus bicicletas.
Las bicicletas de A y B llevaban sistema de autopropulsión, pero de momento no lo pensaban utilizar. Montaron en las bicis y comenzaron el paseo, B parecía muy contento y eso que ya hemos avisado que no le gustaba demasiado montar en bicicleta. A iba cantando y hablando a gritos con dos pájaros muy gordos que iban volando a su lado.
Ese día querían ir a la feria del pueblo de al lado. El calor era sofocante pero al fondo el cielo se estaba comenzando a cubrir con unas nubes negras. Ellos seguían tan contentos con sus bicis. Aunque B se iba parando de vez en cuando y decía que le dolía el culo.
Se pararon a hablar con varios animales que estaban por allí paseando. De repente se dieron cuenta de que el cielo se había puesto muy negro y unos truenos muy fuertes amenazaban tormenta. Comenzó a soplar un aire tan fuerte, lleno de polvo y tierra que A y B corrieron a refugiarse debajo de un muñeco hinchable gigante que había a la entrada de la feria. La gente corría y gritaba, B se puso unas gafas de buzo y a A se rellenaron las zapatillas de arena. Aquel aire huracanado se llevaba todo lo que encontraba a su paso, sombrillas, bolsas de plástico, papeles, algunas pelucas… De repente oyeron un ruido fuerte y raro y se dieron cuenta de que el muñeco hinchable se había soltado de uno de los tensores del brazo, rompiéndose y deshinchándose y cayendo sobre ellos. Casi no les da tiempo a salir aquello se desinfló desparramándose por el suelo. B quería quedarse le daba mucha pena dejarlo allí, pefro A tiró de el y se lo llevó a rastras. Comenzaba a llover mucho, así que cogieron las bicis y se fueron al fondo a cubierto donde estaba toda la gente y los muñecos.
Vaya rollo dijo B, mientras A sacaba los bocatas rojos de sobrasada y se los comían en el suelo rodeados de muñecos de peluche.
Aquella noche fue una lata, llovió de tal manera que suspendieron la feria y la gente y los muñecos poco a poco comenzaron a irse.
A le dijo a B que lo mejor de aquella noche eran los bocatas rojos. B se rió y le dijo que a pesar de todo le gustaba hacer cosas con el.
Así que se volvieron a casa, la turbo propulsión de las bicis se había estropeado, así que volvieron andando, a B le dolía tanto el culo que no paró de quejarse hasta que llegó a casa, además hacía frío.
Y ya está.
4 comments:
Aquella noche, B se retiró desconsolado a casa... dolorido en su físcio por el dolor que sentía en el culo por haber realizado tan ingente ejercicio con la bicileta, y dolorido en su alma por ver como Fluvi no había logrado vencer a los elementos, y exhausto, no tuvo otra opción que rendirse rindió y se dejó morir sobre los que hasta entonces habían sido sus incondicionales y admiradores.
Al día siguiente, B, al despertar, todavía se acordaba de los últimos coletazos de vida de Fluvi... se acordaba de sus últimos movimientos, sus últimos gestos de resistencia, braceando contra el invisible enemigo, luchando ante aquella mortal tormenta de viento y polvo.
Al día siguiente, B se acordó de aquellos versos del maestro Becquer que decían "Volverán las oscuras golondrinas. Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar" y se consoló pensando que con ayuda de algunos de aquellos incondicionales amigos, reanimarían la triste estampa y Fluvi volvería a renacer con mas fuerza que nunca de entre sus cenizas cual mitológico ave Fénix, y volvió a recordar otra famosa frase, parafraseándola, pensó en que "A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!".... y ese día Fluvi, como una deidad volvió a su ser, a su forma, y su silueta volvió a surcar entre todas las miradas de sus admiradores, amigos y visitantes.
que fuerrrrrrrrrrrrrrte!!!!!!!!!!!
¡Hola Luis!
Pasaba para saludar y desearte un feliz verano. Me he quedado un poco ¿? con el relato, no sé muy bien cómo interpretarlo. Espero que en tu ajetreada vida encuentres un huequito para descansar y relajarte este verano.
Saludos desde el tórrido sur...
Hola,
Dime una dirección de e-mail donde escribirte. Tengo una información para tu blog,
Mi correo: janaru@gmail.com
Un saludo
Post a Comment