Ese al que miras ahora,
soy yo.
El mismo que tú nunca has sido.
Mírame y no bajes la cabeza.
Llevabas años buscándome,
buscándome.
Ese al que miras ahora,
eres tú.
Tú, el que siempre has sido.
Estamos desarmados, sin memoria.
Haz lo que quieras.
Soy tuyo.
Soy lo mejor y lo peor,
soy todo lo tuyo.
Nunca fui tanto
y tan poco.
Ahora, me miras.
Llorando.
y te das cuenta de quien soy yo.
De todo lo que nuca hemos sido.
12 comments:
Me encanta la imagen de tu post. Un saludo desde Madrid
Un fatástico poema Luis. La verdad es que transmite un montón de sentimiento.
Un fuerte abrazo y nos vamos leyendo
No se si lo entiendo, es que... ahora que ha descubierto su alma, ¿es demasiado tarde? de todos modos, como dice valmon realmente pone los pelos de punta.
Que tal todo Luis? a ver si te dejas caer por Madrid con la escusa de Arco, un cocido o simplemente una tarde en un café. Un beso. Maria (hol)
un beso María
Creo que hablas de todos los fantasmas que llevamos dentro,¿no?...por que si no, no me aclaro, la verdad.
Es un poema muy bonito y como dicen los otros un poco inquietante.
LAURA
Me ha gustado mucho el Poema. Un saludo.
Hay muchos momentos en la vida en los que te encuentras como en el poema ... Tus diferentes "YO" ... los arrepentimientos cuando miramos atrás, la incertidumbre de qué nos deparará el futuro ... y a los "quienes" nos encontraremos mientras caminamos ciegos por un mundo en el que creemos conocer el Fin pero no lo que hay entre medias ... y si ese Fin, no es ... el que nos han hecho creer?? ...
DIOS!! qué paranoya me ha entrado!! Siempre que leo algo... me voy tan lejos ... que no me acuerdo cual era el punto de partida, jeje. ¿Quién soy?
Te mando dos besos, no uno (como tu) :)
UN POEMA MUY BONITO...UN ENIGMA, EL DESENCUENTRO, ¿ O EL ENCUENTRO CON UNO MISMO?
MUY BUENO
Un día o una noche te despiertas o te duermes soñando o viviendo que tal vez o jamás todo pudo ser del revés o exactamente igual. De repente (como si no hubiera pasado ya demasiado tiempo)no tiene nada que ver aquello que creímos de niños con lo que negamos de adultos. Y aunque nos empeñemos en seguir sintiendo que no deberíamos haber perdido la inocencia es un sentimiento inútil, obligado, mentiroso, embustero. Nos esforzamos en mitificar y nos transformamos en mixtificadores. Somos valientes y nos volvemos cobardes. Nos confunde nuestra propia confusión. Tanteamos algo de luz, decidimos rebelarnos y escurrirnos por la cerradura pero encontramos excusas. Empezamos a autojustificarnos y a oír voces como esta o cualquier otra
-No, el problema no es ese, el problema es que realmente no nos da la gana de escurrirnos sin dejar ninguna nota porque...¿y si resulta que ellos también se han ido ya? Tal vez regresen o tal vez regresemos-.
Hay diferencias. No es lo mismo releernos eternamente mientras que los otros empiezan ya a interpretarnos o a descubrirnos de otra forma y sin embargo parece que es lo mismo decir siempre lo mismo o no decir nunca nada. Mientras nos repetimos y decrecemos los otros se reiventan al tiempo que nuncan se atreven a decir nada o se duermen aburridos y agotados. Al final no es como lo cantan las baladas, ni las cursis ni las tiernas ni las groseras. Simplemente unos han ido buscando unas cosas, otros otras y... como dice un tal Javi "hay gente que no quiere que la encuentren". Lo único que se me ocurre después de soltar todo este rollo es que tal vez el único mandamiento verdadero sea la honestidad y el mejor consejo que uno se puede dar a sí mismo es no flirtear demasiado con la identidad ni jugar a los sustitutos. Lo que realmente entra con fuerza, aunque se pierda por el camino o se lleve la mollera demasiado cargada de desengaños (trapos sucios)cae en la trampa de la memoria. Ella siempre nos recuerda que hay que regresar al pasado para esforzarse en no hacer lo que ella hace (afear o embellecer absolutamente nada de lo que fue tal y como fue si realmente fue). Pero la memoria chochea y se olvida sospechosamente del presente, nos retiene una y otra vez y nos llueve de mil formas. Entonces no nos queda otra que dejar de mirarnos en el espejo retrovisor, pisar el acelerador y trotar hasta donde aguante la gasolina o el combustible de los zapatos. Hay miradas que no engañan a pesar de que hayamos dejado de interpretar diferentes papeles (una profesora expulsó a una chica de clase simplemente porque se sabía defender con palabras, con gestos, con números pero... no, de una mirada no se sabía defender). Yo también lo descubrí cuando un fotógrafo me obligó a posar buscando fuerza en mi debilidad.Iba vestida de negro, me hundía en el suelo abstraída, me costataba demasiado decidirme pero por fin en un arranque de visceralidad levanté la cabeza y saltó el fogonazo: odio, simplemente un profundo odio clavado en los ojos. Realmente siempre me odié.
No tengo palabras... no se qué decir ante semejante discurso y semejentes metáforas y semejante léxico, has finalizado tu comentario con una sensación extraña en el contexto que lo contabas, el de el fotógrafo que te hacía la foto. El odio no es bueno, aunque muchas veces deberiamos de conocerlo un mínimo para saber apartarnos de él.
Gracias por tus comentarios, me gustan, salen del caos, pero me gusta.
Me ha gustado mucho y me ha hecho recordar cosas...
Me recuerdas a mí en mis años mozos. Ojalá que cuando envejezcas no seas un hombre como yo.
Mejor aún: no envejezcas nunca. Y no me refiero a lo físico...
Un saludete..
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