Sunday, October 15, 2006

LA DUDA HUMANA



Las noches de hospital son largas, da igual que sea militar, provincial, clínico... todas son lo mismo, noches de vigilia y observación, de mal dormir, acabando con los huesos y las articulaciones entumecidas por la forma poco aerodinámica de los sillones de hospital.
El enfermo está muy sedado y debido a su avanzada edad y a lo avanzado tambien de su enfermedad ( ese mal, no nuevo, pero que el prodigioso siglo 20 nos ha dejado como uno más de sus brilantes descubrimientos) salgo a fumar un pitillo a el rellano de escalera que acaba siendo lugar de exilio para fumadores .
La atmósfera cambia, dejo la blanca y aséptica habitación, el brillante y lineal pasillo ( para que no nos perdamos, para que seamos corderos siguiendo al pastor).......por un pequeño hall que aprovecha el hueco de la vieja escalera de mármol blanco, ya algo gastada, pero con ese aspecto que diferencia a los objetos bonitos de las personas cuando por los 2 ha pasado el tiempo, un tiempo que nada perdona...

Sentado en el hall en aquel sillón de polipiel negro, de formas lineales, casi cúbicas y con ese toque funcional que han querido transmitir los diseñadores de los 80 a este tipo de estancias, reflexiono sobre el deterioro del cuerpo humano, sobre esas cosas que sentimos ante el dolor ajeno, ante unos pies y unos tobillos de alabatro envejecido, aspero como el tiempo, unos pies cansados con un ámplio mosaico de venas azules y de deterioradas arterias o de un rostro que cada vez marca más sus facciones hacia adentro, de todo eso.

La celadora que conoci esta mañana, acaba su turno, parece cansada, el pelo oscuro, casi negro, melena hasta los hombros, alborotada por la jornada de trabajo, el rostro dulce, limpio, de mirada atenta aunque con un brillo especial que denota predisposición a la charla, en sus manos sostiene una bolsa de plástico de cualquier hipermercado de barrio llena de la ropa laboral usada durante el dia.
Por el hilo musical suena una melodía de un viejo tango en una versión instrumental de esas tan impersonales que siempre suenan en los vestíbulos de la consulta del dentista o en algunos hoteles de rancio sabor.
Hablamos del enfermo, de sus dolores y de todo aquello de lo que se habla cuando te que das la noche a cuidar a alguien, la chica fuma tabaco negro, enciende un cigarro y comienza una conversación en torno a su hija, una niña de 6 años madura para su edad y a veces lo suficientemente independiente para permanecer sola en el apartamento de su madre cuando la jornada laboral de aquella así lo require...cosas de la vida, que la niña se quede sola y que la pareja decidiese separarse cuando la niña contaba 2 años, la chica habla orgullosa del comportamiento de la niña, mientras me cuenta estás y otras anécdotas cotidianas de su vida pienso en la necesidad de mucha gente anónima de hablar y de abrir su corazon ante un desconocido, yo a mi vez me sorprendo de lo facil y lo agradable que me esta resultando escucharla .Entran dos señoras con la misma expresión de circunstancia hospitalaria que debo de reflejar yo mismo, las mujeres siempre son más previsoras ante estos casos pues calzan babuchas de esas de ir por casa que tienen el cometido de comenzar a liberarnos del extress cuando llegamos a casa, la maquina de café no funciona, así que tendrán que intentarlo en la planta de abajo, mientras se apagan sus pisadas sigo escuchando trozos de vida a veces tan ajena como parecida a la mia, después de dos cigarros nos despedimos con un beso y con el raro convencimiento de haber pasado un rato agradable.
La noche resulto oscura, a veces quejumbrosa por algún lamento en la habitación contigua, pero seca y limpia como este hospital, abro la ventana y subo la alta persiana, la luz llena la estancia y un aire limpio y fresco reaviva mis sentidos, anoche llovia, aunque una tormenta de verano sin importancia de esas que hacen más llevaderos esos dias bochornosos de calor, abajo en el jardín de pinos y setos cantan los pájaros, los bancos mojados de piedra ya desgastada por el tiempo le dan un aire bucólico, toda una variedad de ruidos de ciudad acompañan los cantos de los pájaros, coches, ambulancias un colegio próximo, todo comienza a funcionar...
El enfermo abre los ojos y me sonrie con la mirada perdida en el techo, de alguna manera está volviendo a su edad más temprana, la que todos tenemos en la niñez, los brazos y las piernas delgadas, la debilidad y la torpeza de los miembros, la torpeza del habla, incluso la sonrisa espontanea del que sonrie porque el aire le hace sonreir........La vida ya a dado sus vuetas y ahora esta de bajada, quien pudiera meterse en su cabeza y saber lo que ahora esta pensando con esos ojos ya cristalinos abiertos como platos.
Yo si me encontrase en su lugar recordaria las cosas que a veces nos vienen a la cabeza y nunca nos acordamos de archivar, el olor de el corral de la casa del pueblo en las tardes de verano, o el de el estiércol de los conejos cuando habia que sacarlo, la masa de bizcocho que mi madre hacia los sábados por la mañana, también recordaría los jerséis de punto de la abuela, demasiado subidos de color para su edad, o soy yo el que tengo demasiados prejuicios para mi edad?, o la pastilla de jabón con que se lavaba la cara, la vieja bicicleta de segunda mano que me compró mi padre de la tienda de mi tio, ahora oxidada y llena de polvo en la cambra de la casa de mis padres.
Deberíamos de cuestionarnos mas a menudo la escasa dignidad a la que llegan estas personas en estas u otras situaciones y hacer que la reflexion se impusiera a todo atisbo de inutil moralidad. Que distorsiona la realidad en estos casos.

Antes de marcharme tomo un café con unos churros en la cafeteria del hospital, el blanquinoso olor de la leche y el cálido aroma del cafe me golpea la cara nada más entrar, las mismas sillas y mesas funcionales e impersonales me invitan sentarme, entablo conversación con el señor de la mesa de al lado,
Canoso el, sesenton con una cara limpia y con ganas de hablar con alguien después de una noche de dormir poco, el señor en cuestión resulta ser profesor de un instituto de la ciudad, de complexión fuerte anchos hombros y prominente estómago, con unas pequeñas y regordetas manos que acompañan muy fielmene la conversación como si fuesen un complemento de la misma, me parece el abuelo perfecto que se vestiria de santa claus en navidad para darles unos regalos a sus nietos. Hablamos de la ciudad, de las obras que se ha empeñado el ayuntamiento de turno en ejecutar antes del periodo electoral, de la inmigración que a todos nos afecta por igual pero que no todos vemos con los mismos ojos.
El café me sabe a gloria, es cierto realmente que alimenta los sentidos y envilece los miembros, el obstinado señor se empeña en pagar, así que acepto agradecido pensando en la amabilidad de algunos desconocidos.

Mi pensamiento esta ahora en buscar el bono bus mientras salgo por la puerta del hospital, el día está claro con la claridad que dan las 9 menos cuarto de la mañana de un dia cualquiera del mes de junio, han mojado la calle las dichosas máquinas de la limpieza municipal, niños uniformados de gris se dirigen a algún colegio privado de la parte alta de la ciudad, el tráfico es intenso hacia la salida de la ciudad, coches y más coches y llega mi autobús rojo con cara de cansado, no hay sitios libres y me uno al grupo de personas que alzan un brazo y se agarran a la vida de una asidera de plástico negro.

Mi nombre es Miguel, tengo 38 años, la edad de cristo, según dicen los que han tenido el gusto de conocerle, tengo una vida feliz, diríase que completa, mi mujer Luna es una mujer estupenda, llevamos 3 años de matrimonio después de casi 7 de noviazgo, en estos 3 años y aún siendo distantes con la tendencia consumista y devoradora de la sociedad, nos hemos rodeado de todas esas cosas y artículos que te facilitan la vida, ahora esperamos nuestro primer hijo.

Trabajo en una empresa auxiliar de otra gran empresa automovilistica implantada desde hace años en mi provincia,” motor económico de la misma”, como decía un artículo de economia que leí hace unos dias, y no le falta razón, desgraciadamente nos tienen comprados, mi situación actual no es mala precisamente, debido a los años de trabajo en la misma, a haber ascendido unos puntos por promoción interna mi situación actual es acomodada.
Desempeño el puesto de coordinador jefe del área de formación de normas de seguridad y recursos humanos de misma, por suerte puedo llegar una hora o 2 más tarde al trabajo, sin tener que en principio dar explicaciones a nadie, así que mientras sigo agarrado a la asidera del autobús pienso que todavía tengo tiempo de pasar por casa y darme una ducha antes de ir al trabajo.
Vivimos en una zona relativamete nueva de un nuevo macrobarrio de la ciudad de viviendas de protección oficial, esteticamente correctas con materiales bioclimaticos
Y con muchas zonas verdes, hemos sido una de esas parejas que hemos podido acceder a este tipo de viviendas aunque pera ello el piso de momento este a nombre de Luna ya que nuestros ingresos conjuntos y más los mios pasaban el mínimo permitido, cosas de la vida.

La vida en las ciudades y en las comunidades de vecinos como la nuestra está abocada al anonimato, me cruzo con 2 vecinos de mi escalera, aunque no se en que piso viven . apenas me prestan atención, nuestro piso es el segundo con una magnífica vista de la ciudad como nos dijo la rubia tintada de la agencia constructora cuando compramos el piso, al abrir la puerta el piso se me presenta tan cálido y fresco a la vez ante mis ojos con ese suelo de madera que tanto nos costo elegir que casi me dan ganas de quedarme a dormir después de una noche de vigilia en el hospital, pero inmediatamente deshecho la idea hoy es final de mes y tengo que coordinar la realización del maldito inventario.
Para que pondríamos una ducha con chorros de hidromasaje si luego no tenemos tiempo de utilizarla correctamente, el agua caliente parece que me devuelve a la realidad y me saca de mi letargo, el baño esta contiguo al dormitorio, una habitación muy confortable, espaciosa, con mucha luz natural y sobre todo de decoración muy sencilla, me gusta rodearme en mi casa de cosas sencillas y bonitas mi abuelo siempre decía que las cosas sencillas son las que mas instruyen y enriquecen el alma en esta vida.
Algo parecido hacía yo de pequeño en la casa de mis padres, en invierno cuando estaba metido en la cama, en mi habitación, para evitar el frío que hacía en la parte alta de aquella casa, yo me acurrucaba y con los ojos bien apretados y totalmente tapado con las mantas pensaba que dentro de la cama, a la altura de mis manos, todavía quedaba sitio para una estufa de leña como la que tenían encendida mis padres en el salón, junto a la estufa ponía un sofá y una televisión sobre una mesilla con cualquier programa de los que me gustaban, también me llevaba a mi perro pero hace tantos años de aquello que ya he olvidado su nombre, aunque seguro que lo quería mucho, mientras pensaba en tener todo aquello para mi en la negrura espesura de aquella habitación yo me acurrucaba hasta que poco a poco las sábanas ásperas y duras al principio, se calentaban y casi se confundían conmigo, como una segunda piel, pero todo aquello pasaba hace muchos años en esa niñez que muchos queremos recordar pero al hacer el esfuerzo vemos que nos faltan muchos datos.

Paseo la vista por el dormitorio todo me sigue pareciendo nuevo y agradablemente hermoso, espero que nunca se nos coma la rutina y sigamos abriendo la puerta del piso con la misma ilusión de quien rasga el papel que envuelve un regalo, Luna siempre deja medio cerradas las cortinas para que no entre polvo dice ella, sobre la cama brilla ese mini camisón que yo le compré hace 2 años en no se que aniversario, nunca he sido aliado de las fechas, recuerdo su sorpresa al abrirlo, yo nunca he sido un hombre que apreciase la lencería ni los placeres de la seda y el encaje, pero debo reconocer que me voy dejando seducir por como cae el tirante por el hombro un dia, o por los abrazos resbaladizos de otros, así como el tacto de estas prendas. La cama revuelta, sin hacer, es algo que yo no comprendo, mi madre diría” le falta un pedazo a esa mujer”, Luna trabaja en un centro infantil de disminuidos físicos, un trabajo hecho para ella, según pensamos todos. Dado su carácter altruista y entregado a los demás, a veces incluso llevado al extremo.
La horrible enfermedad del padre de luna me está demostrando la crueldad de una vida que debe acabar pero no sabe como, un poco más un día, un poco menos el otro, una sonrisa por la mañana y un llanto sordo por la tarde, un llanto convulso y extrañamente silencioso, así mezclo todos mis pensamientos mientras me dirijo al trabajo.

Luna y yo nos conocemos desde niños, al menos nos teniamos vistos, mis padres veraneaban en el viejo caserón a las afueras del pueblo, un caseron heredado de nuestros ancestros, rodeado por un muro de piedra y un amplio jardín lleno de pinos, cipreses, hayas y castaños con una pequeña y vieja fuente en la entrada en la que vivian muchas ranas siempre con mi complicidad, la casa era de tres plantas y de tejado a 3 aguas, ventanas de madera con arcadas de ladrillo rojo, la entrada de la casa tenia una pequeña escalera de 4 peldaños y barandilla de piedra del color de los musgos mas viejos, esto era “ la torreta” la casa familiar hasta que mis padres tuvieron que venderla, nosotros viviamos en la ciudad casi todo el año por el trabajo de mi padre y como no por las relaciones sociales de mi madre, pero tanto los veranos como las fiestas del patron las pasábamos en la torreta. Mi abuelo era natural del mismo pueblo de la familia de Luna, al cumplir los 18 años emigró a Barcelona para buscar trabajo y un futuro mejor, comenzó a trabajar en el puerto cargándose a la espalda muchos quintales de peso de aquellos años, dicen que era un hombre fuerte, un hombre que sabia que su salida del pueblo iba cambiar su destino.
Pasaron años de miseria y de mucho trabajo, poco a poco gracias a su intuición y tenecidad fue ganando terreno dentro de la empresa en la que trabajaba, de cargador a peon de peón a encargado de encargado a capataz, así poco a poco un día se encontró con 26 años y con una situación bastante diferente a la que tenia cuando llegó a la ciudad, tambien cambió su hospedaje del barracón sucio y frio del muelle del puerto pasó a una pequeña y oscura buhardilla en una barrio humilde de la ciudad, pero seca y para el solo, más tarde llegaría una habitación con lavabo y espejo para el solo.
Entonces conoció a la que seria mi abuela Asunción una bonita chica de barrio de familia humilde de 22 años de madre costurera y que trabajaba como taquillera en una sala de baile con orquesta del barrio.
Mi abuelo y mi abuela se casaron y pudieron meterse en un pequeño piso gracias sobre todo a los ahorros de mi abuelo, poco a poco mi abuelo se fue introduciendo en los círculos del transporte marítimo de la época entre gente influyente y adinerada y así fue como poco a poco creó con otro socio su propia empresa de distribución del cereal, tejidos, armas y de todo lo que llegaba al puerto de Barcelona.
En el pueblo con el tiempo se corrió la voz de su buena fortuna

Luna vivia en la plaza del frontón, la plaza del pueblo, así llamada por el frontón que hay en la misma, justo en la esquina de la calle de los milagros que da a la vieja escalerilla que baja al rio y a las huertas del pueblo.
La madre de Luna fue una mujer sencilla hija de una familia humilde del pueblo, dicen que fue la mujer más hermosa de la comarca, era muy soñadora e inteligente y de caracter alegre según siempre le contaron a Luna, por las noches en verano mientras la gente reunida en los portales de las casas conversaban sobre vanalidades de la vida del pueblo ella miraba las estrellas y suspiraba, la gente pensaba que era diferente, tenia la belleza que dan los aires frios de la montaña y al mismo tiempo los rasgos amables y templados de la gente fina de la ciudad, todo eso junto con una cabellera negra como la noche que adornaba con horquillas y peinetas de madera, le gustaban los amuletos, cosas sencillas, ramitas de espliego secas del cementerio para los engaños del marido, dientes de cabra, uvas pasas para los dolores decabeza, piedras del rio e incluso un lagarto seco para ahuyentar las granizadas, todo ello lo guardaba en frascos de cristal dentro de una vieja caja debajo de la cama de casados y cuando creia necesario utlilizaarlos los sacaba e incluso los dejaba a otras personas del pueblo.
Cuando la madre de Luna le dijo a su padre que estaba en cinta este se puso tan contento que mando matar su mejor cabra para celebrarlo y abrió su mejor tonel el que siempre guardaba para alguna vez mejor, no era un hombre muy expresivo con su mujer aunque por ella sintió un amor galante y verdadero, pocas cosas más dijo ese dia a parte de “ recemos porque sea un buen varón”, aunque en los dias sucesivos una sonrisa contenida de alegria se pudo ver en su rostro y las miradas hacia su esposa se hicieron mas dulces y penetrantes la madre de luna nada se atrevio a decir pues ella desde la noche que se quedó en cinta supo que seria mujer y que se llamaria luna
El parto se presentó mal con casi tres dias de dolores y hemorragias, de la cabecera de la cama pendian ramas de romero para acentuar la pureza de niña, bolitas de jabon perfumadas para que fuese una niña bella y un mechón de pelo de gato negro para la fortaleza del carácter, a todo esto no prestó demesiada atención el marido acostumbrado como estaba a los excesos y previsiones de su mujer, en estos tres dias dejó el marido de cortar leña y mando a su primo airear las cabras, mientras el caminaba de un lado a otro de la casa oyendo los gritos de su mujer y los pasos ajetreados de la comadrona y de otras señoras del pueblo.
El cuarto dia de impetuosos y cada vez más acelerados dolores amaneció con una luz diferente, el rocio de la noche habia mojado las hierbas de la calle,, las rosas perfumada se habian cubiertonde diminutos cristales de agua como diamantes en una sortija y las golondrinas atronaban con sus gritos como en procesión de tambores, a las 9 de la mañana del día 13 de abril nació Luna entre el ajetreo y la algarabía de los allí presentes y el cansancio y la debilidad de la parturienta, laváronle el rosto a la niña y la arroparon con delicada manta con finas puntillas, en cuanto a la madre después del esfuerzo y de verse rota por varios sitios decidierón dejarla descansar no sin antes darle a tomar un amarillento caldo de gallina .
En su debilidad la mujer quiso ver al marido, quedo y asustado entró el hombre y sudando como un hornero, la mujer cogiendole la morena mano le dijo que una hembra habia sido, una hembra perezosa en salir y de fuerte carácter, el hombre miró serio el pequeño rostro de la niña morado como una remolacha que ahora permanecia sereno abriendo de vez en cuando las fosas de la nariz como ventanitas de una casa de un cuento el hombre sonrió mirando el rostro descompuesto de su mujer y dijo “AÚN HAREMOS MUCHOS MAS” dicho esto el hombre salio tan quedo y asustado o más que cuando había entrado.
Todavía se cuenta que el día que pasó todo esto la tarde se volvió queda, silenciosa como una manta de algodón y el aire se hizo espeso, quieto y una luz de color bermellón cubrió todo el cielo, hasta los gallos dejaron de cantar y las aves se escondieron en los árboles a esperar un nuevo día.
Todo esto es un pequeño trozo de la historia de la familia de Luna, una historia escrita en papel amarillento gastado y con heridas de sangre y sudor.
Es cierto que el trabajo y la responsabilidad que conllevan ciertos cargos como el mio acomodan a la persona psíquica y físicamente, yo en mis años de facultad era un joven inquieto y hasta ocasionalmente un elemento subversivo siempre he crei en la identidad del pueblo y en la necesaria fuerza de la clase trabajadora y obrera, en los principios de la igualdad y equidad de derechos sociales, así que no dudaba en apoyar todo tipo de actos, actividades, asambleas y demás convocatorias sociales que ayudasen a que la rueda girase de vez en cuando en sentido inverso al establecido.
Mis padres creian que yo era el perfecto chico acatador del sistema y políticamente correcto, mientras yo corria en manifestaciones y concentraciones sindicales, claro de esto hace muchos años, mi padre poco a poco cambió de parecer y del todo a raiz de la quiebra de la empresa familiar, y de la venta de la torreta, lo de mi madre siempre ha sido otra

historia.
Mi bandeja personal de notas, faxes, solicitudes y llamadas me dice que estoy de vuelta al trabajo, me aflojo la corbata y por un momento dejo que todos mis poros transpiren el infame pero necesario aire acondicionado.
Mi jefe el señor Porter De Oliveira es un desgarbado ejecutivo portugués, desgarbado con un aura de dandy y colonizador que irrita hasta el mobiliario de la oficina, de pelo negro rizado engominado, nariz aguileña, gafas de Armani y traje de Burberrys el tipico ejecutivo agresivo de mal aliento por los wyskis de malta diurnos y nocturnos y cuyo lema es disciplina más objetivos igual a productividad, la maldita formula de la aritmética imperante en el sistema.
Padre de tres repelentes niños que por supuesto sonríen con su ortodoncia en el escritorio del ordenador de su despacho y cada día le dan los buenos días y las gracias por ser un buen progenitor.
Este agrio señor es mi superior más directo, todas mis acciones, informes, balances mensuales y organigramas de organización de programas mensuales pasan por sus manos, así que desde hace unos años aprendi que lo mejor era llevarse con el enemigo adoptando una estrategia de RELACIÓN ESTRICTAMENTE LABORAL para lo cual yo intento siempre guardar las distancias, estrategia que por otra parte no me va nada mal.
Realmente solo hay un obstáculo entre el señor Manoel Porter de Oliveira y yo, pero suficientemente insalvable para que los dos mutuamente sepamos que somos el frio y el calor, el blanco y el negro.
El obstáculo no es otro que la falta de humanidad de este señor, unida a la falta de sensibilidad hacia toda persona ajena a el, así como hacia los problemas y conflictos que a veces surgen en nuestro departamento o en cualquier otro, si a todo esto le sumamos un índice demasiado elevado de prepotencia y un ego excesivamente desarrolado, da como resulatado a la persona que en estos momentos veo venir hacia mi despacho.
La visita, agradablemente corta, acaba siendo un cúmulo de ordenes, preguntas, paseos por el despacho y miradas por el ventanal del que da a la planta de nontaje.
Escucho toda esta representación mientras le veo pasar de un lado a otro hablando y moviendo las manos al unísono, dejando ver 2 anillos de oro, uno de ellos con un sello azul tan horrible como pretencioso, mientras le miro pienso que quizá este señor deberia haber sido papa en otra época o algún cardenal influyente en le corte, entonces ese anillo seria besado como seguramente a el le gustaria.
Siempre habrá gente como él, pienso muchas veces, personas con un carácter presdispuesto con el fraude, el aprovechamiento de prójimo, la especulación.
Por último antes de salir por la puerta se gira y subiéndose las lentes de montura dorada por la grasienta nariz me felicita por la feliz y agradable noticia del embarazo de mi mujer, escuetamente le respondo gracias, el muy cretino lo ha dicho con ese deje condescendiente que hace que parezca que todo lo que sucede a nuestro alrededor es gracias a su mérito.

Anoche tuve un sueño, soñé que dormia solo en una habitación grande, diferente a la mia, una luz tenue de ligero color amarillo iluminaba la estancia, al fondo la puerta de la habitación estaba abierta, yo dormia como sumergido en un líquido muy pesado, oscuro, silencioso, solo roto por algún murmullo de la calle, entonces oía un leve ruido y abria los ojos, la habitación estaba vacia, volvia a cerrar los ojos y entonces entraba lentamente un anciano y se detenia delante de la cama, al abrir los ojos veia al anciano justo como lo acababa de ver en mi sueño, un temor se apoderaba de mi, pero yo no podia gritar ni moverme tenia la boca y el cuerpo paralizado mientras contemplaba al anciano sonreir con una mueca en el rostro que reflejaba la placidez de la alegria y la angustia del dolor a la vez, entonces lentamente el anciano se giraba y salia de la habitación .
Desperté sobresaltado con el cuerpo mojado por un sudor frio como el hielo, tenia la garganta seca, vacia de todo elemento lubricador y un ligero sabor metálico en la boca, luna dormia como una niña con su camisón de verano a mi lado.
El dia que supimos que el padre de Luna padecía un cancer terminal fue el dia que Luna se hizo la prueba del embarazo y me llamó al trabajo para decirme que esperábamos nuestro primer hijo, yo tomaba un café americano mientras miraba por la ventana aparcar el impresionante automóvil de importación del señor Oliveira, al oir aquello me sentí grande, más amplio...como si hubiese crecido de repente.
Siempre he mirado con cierta envidia a los padres con sus hijos, cogiendolos de la mano, jugando en el parque, comprándoles un regalo, besándoles, formándoles, participando de sus juegos infantiles, intentando entender todo ese universo tan olvidado ya la mayoria de las veces.
De vez en cuando me abstraigo de la realidad y pienso en si seremos unos buenos padres, en como debemos educar a nuestro hijo para que sea un buen estudiante, para que sea una persona tolerante, para que no sea engullido por las modas y hábitos del diseño imperante, con unos buenos hábitos de conducta y respeto por los demás.......otras en cambio me bloqueo y pienso que este mundo tan egoísta tan ajeno a sufrimientos y necesidades de los que menos tienen no es el más indicado para traer al mundo otra criatura. Pienso si tendremos suficiente tiempo para cuidarlo, si tendremos suficiente dinero para atenderlo, para atenderlo y para pagar la hipoteca, siempre el maldito dinero, ese elemento que a veces nos ciega y que a muchos les hace pensar con el lado más interesado del alma.
Entonces me asalta la duda de si realmente no estaremos cometiendo una equivocación, me sudan las manos y la frente, se me seca la garganta y un nudo me oprime el estómago, ahí es cuando mi lado crítico se rebela y me dice que estoy siendo un narcisista integral, preocupado solo por mi bienestar cuando es ella la que está embarazada y va a acarrear con los vómitos, nauseas y sinsabores de todo embarazo, todo esto es poco cuando pienso en el parto, en los dolores, los gritos, convulsiones y demás.
Aquí es cuando me enfrento con el fondo machista que condiciona a todo hombre y
que en estos casos no nos permite ver y valorar más que nuestras propias miserias cuando la realidad cotidiana y del mundo es bien distinta.
Así es la mayoria de las veces y así llevo algo más de un mes.

Manuel, se llama el padre de Luna, el creia que iba a vivir toda la vida como decia en las comidas familiares cuando las 2 copas devino que le estaban permitidas ese dia le aflojaban la boca que me muera de pronto y me quede seco, que no me quede vegetando y dando faena, todo esto me viene a la cabeza mientras llegamos al hall que da al pasillo donde se encuentra su habitación, un niño de corta edad pasea de la mano de su padre, las enfermeras pasan de una habitación a otra como una exalación sin que apenas se note su presencia mientras unas plantas al fondo de el pasillo se mecen al compas del aire de la tarde que entra por la ventana abierta al viejo jardín de pinos y cipreses.
Los ojos. Los ojos se han vuelto vacíos, sobrantes en las cuencas, inexpresivos y suplicantes a la vez, son la misma imagen de la miseria y de la dignidad del ser humano cuando todo se sabe y poco va quedando.
Es admirable la endereza y la valentía con la que este anciano está afrontando su enfermedad en los 4 meses que ya permanece hospitalizado, ¿ cómo podríamos llamar esa actitud que tanto a Luna como a mi nos sorprende y a veces nos llena de horror?, resignación, esperanza, cólera contenida...Lo cierto es que Manuel sufre desde hace semanas un deterioro físico y moral tan grande que hasta el ser más deshumanizado del planeta no podria permanecer impasible ante su desgracia, en cambio el nos sonrie al llegar, débilmente, pero sonrie y estrecha sus brazos en nuestro cuello como naufrago que intenta salvarse del oleaje cogiéndose a una rama, agarrándose al aire.
Luna está mas tierna, más sensible, incluso más pequeña desde que ingresó su padre, es cierto que un anciano con 84 años es una persona muy mayor y que a vivido muchos años, pero el sufrimiento es algo tan terrible para un niño como para este anciano, anoche mientras cenábamos en casa una ensalada delante del televisor Luna me decia que ahora que se le acaba la vida a su padre es cuando más necesidad tiene de decirle cosas, esas cosas que nunca se dicen, esas cosas que se pegan al estomago y que al final acaban haciendo un nudo en el, cosas que se omiten cuando tu padre no ha sido muy tierno ni muy expresivo a la hora de hablar de sentimientos.
Todas estas cosas atormentan a Luna mientras las sombras de las hojas de los arboles de la calle recorren su rostro apoyado en el marco blanco de la ventana, dándole una enternecedora luminosidad a la escena, como una de esas mujeres eternamente tiernas que tan bien pintaron los maestros holandeses, sigilosamente me acerco a ella y la abrazo por detrás posando mis manos sobre su vientre y acariciando la carita de nuestro hijo.
Manuel decidió seguir viviendo solo en su casa del pueblo después de la muerte de la madre de Luna, a pesar de nuestra oposición y de nuestro interés por llevarlo a vivir con nosotros a la ciudad, el decia que sería como tapiarle la entrada de la madriguera al conejo, como encerrar en una jaula a un pajarillo del monte, después de tan existenciales explicaciones no tuvimos suficientes argumentos con los cuales oponernos ya que tanto Luna como yo Hemos creido siempre en la individualidad y la libertad de acción y pensamiento como principios básicos de la existencia.
Siempre he pensado que esta ciudad es la mejor y más maravilosa de todas para leer el periodico, pasear por sus pequeñas plazas, tomar un café en alguna de sus terrazas, todo esto un domingo por las mañanas.
Los domingos por la mañana me transformo siempre que puedo en un hombre tranquilo, un hombre que durante unas horas quiere caminar tranquilo por las placitas, observar a la gente pasear sintiéndome afortunado todo el tiempo de poder hacerlo, sintiendo una real sensación de lujo al hacer todo esto yo solo, como un acto que reivindica pequeños momentos de individualidad.
Todo esto es una costumbre que llevo haciendo desde hace años, aunque últimamente de forma más irregular, Luna comparte con migo mi teoría de poder ejercitar de vez en cuando mi individualidad personal, siempre que no exista ningún otro compromiso social o familiar que lo impida.
La estación que mas me gusta es el otoño con sus mañanas frescas de septiembre y octubre, con el aire tan característico de esta ciudad peinando a su modo a todo aquel que pasea por la calle, removiendo las hojas y formando remolinos en el suelo, con esa luz más tenue que acusamos más después del luminoso verano, esa luz que que vista de una forma muy personal lo envuelve todo de un bucólico romanticismo.
El invierno es diferente, aunque tambien me gusta por los guantes, bufandas, gorras inglesas a cuadros, sombreros paraguas..., me gusta mirar todo ese decorado de la escena desde el interior de un café soplando una taza de chocolate muy caliente.

EL PESO DE LA EXISTENCIA.

Han pasado 2 meses desde el funeral del padre de Luna, es curioso parece ayer... cuando estabamos en el viejo cementerio de pueblo, abrigándonos, recogidos en un frio día de comienzos de Septiembre.

Han pasado 2 meses, llevamos 2 ramos de flores, uno Luna y yo el otro, margaritas, rosas, crisantemos, lirios.....Flores para Manuel el día de todos santos.
Cuando eres más joven ni crees, ni le das la importancia que se merece a un dia tan seañalado, hoy parece que vengamos a cumplir con un rito que siempre hubiese existido en nuestras vidas, hoy volvemos al viejo y pequeño cementerio de el pueblo de nuestros padres, de tapias viejas y mil veces reparadas con parches mal disimulados, la metereolgia ha querido hoy ofrecernos un bonito regalo, un sol demasiado cálido para estas fechas, junto con un sol sorprendentemente azul parecen darnos la bienvenida a este santo lugar.
Es un día en el que la gente recuerda a sus seres queridos de una forma muy distendida, en paz consigo mismo y con el medio, unos niños juegan en la gravilla del suelo, mientras su madre conversa con los vecinos, las señoras más mayores limpian las sepulturas de polvo y cambian las flores secas por otras subidas a una escalera, un anciano lija la superficie de una vieja tumba, quizá de un familiar o de un viejo amigo, hasta que poco a poco van saltando viejos líquenes y musgos haciéndose visible el nombre de una mujer.

La vieja fuente de la entrada lanza un chorro de agua al cielo y desde el gran plato superior van cayendo gotitas lentamente que parecen cristales iluminados por la luz del sol.
Manuel no tiene lápida todavía, estará en el reino de los cielos pero todavía no esta registrado en este cementerio, Luna no ha querido todavía enfrentarse a lo que para ella supone la mayor evidencia de que Manuel dejó de existir, elegir la tapa que cierra el único resquicio que Luna se niega a cerrar.
El nicho parece una bolsa de plástico blanca a la deriva en una laguna negra salpicada de fllores de colores estridentes, dorados y ángeles cansados de esperar no se muy bien el que,
De momento es una losa blanca de yeso trbajada

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