JUEGOS DE LA EDAD TARDÍA.
Luis Landero.
Esta novela la compré hace tiempo, como otras muchas y la tenía en casa esperando que le llegase su turno. Este es un hábito que me gusta tener y ojalá no abandone. Siempre hay un momento propicio para leer este o aquel otro libro.
Personalmente estoy muy contento de haber leído esta novela, hasta tal punto estoy entusiasmado con FARONI y su mundo que creo que acabaré haciéndome Landeriano.
¿Quién no ha soñado alguna vez con ser famoso, reconocido, aspirar a tener una inteligencia y unos reconocimientos que perduren a lo largo del tiempo?
¿Y quien no se ha creído alguna vez una pequeña mentira?, O una gran mentira. Y Cuantas veces no hemos anhelado aquello a lo que no llegamos….bien sea por nuestras propias circunstancias vitales o por nuestro propio alcance personal e intelectual.
Espero no haber ofendido a nadie con estas preguntas un poco pretenciosas…pero me da la impresión de que más de uno que lea esta reseña acabará compadeciendo y quizá un poco identificado con Gregorio Olías o el gran Faroni.
Gregorio Olias es un oficinista gris y un poco acartonado que trabaja en el almacén de una empresa de aceitunas y encurtidos. Después de una vida sin pena ni gloria, dejándose llevar por una corriente que le arrastra desde hace ya demasiados años, se ve con cuarenta y tantos y sin ningún apasionamiento por su propia vida. Y digo su propia.
La novela tiene un cierto aire de clasicismo provinciano, de tertulia de casino, de señoras viudas que regentan una pensión que huele a lejía, de carencias, de huevos duros….como digo tiene un aire decimonónico muy interesante y muy refrescante que desde el primer momento conecta con el lector, lo endulza y lo aproxima al protagonista.
Criado sin padres con un tío que le hizo de maestro en el tiempo que le sobraba después de trabajar en el quiosco, Gregorio vivió una niñez apocada y casi escondida, encorvado servilmente ante la vida. En su primaveral adolescencia pensó que la vida eran rimas y lírica, y pensó que podría ser poeta por lo que comenzó a escribir poemas. Y pasaron los años y los poemas y las novias que no tuvo y el tío enloqueció y murió y después de llevar el quiosco unos años lo cerró.
Se encontraría con Angelita años más tarde en una oscura y laberíntica academia de mecanografía, se mirarían, se reconocerían en la misma especie…y después de frecuentar el casto y sobre valorado piso de la madre y de la propia Angeliata se casarían e irían a la costa. Así pasarán los años entre rezos de la suegra, reproches a su falta de ambición a su cuestionada hombría….Este es Gregorio Olías.
Gregorio Olías trabaja en un lúgubre almacén atendiendo un teléfono y los pedidos y albaranes que llegan. Desde hace años mantiene una relación telefónica con Gil un comercial de su misma edad, más o menos, que llama desde los pueblos de provincias y hace los pedidos.
Poco a poco se irá entablando entre ellos una relación en la que Gil sediento de toda noticia que anuncie avances y progreso, hará que nazca en Gregorio el germen de todo lo que el nunca fue y lo que siempre ha ansiado. Ahora viene mi eterno dilema. El de siempre para los que me leen desde hace tiempo. ¿Que es los que debo contar?, que me perdonen los puristas……esta vez iré un poco más allá. Pero solo un poco.
En este punto es donde comienza una inteligente, audaz y muchas veces disparatada versión de la doble personalidad de Gregorio Olías, el farsante, el embustero, el intrépido, el liante, el embaucador. Pero no nos equivoquemos Gregorio Olías es bueno, desde el principio hasta el final y no hay página en la que no nos una el afecto y la compasión hacía el.
Gil ve en Faroni, personaje inventado por Gregorio al intelectual, el poeta, el políglota, el hombre de mundo, el hombre comprometido y perseguido políticamente, el estandarte del futuro, la salvación de su propia miseria de albaranes grasientos y pensiones desconchadas con una bombilla colgando del techo.
Así será como Gregorio soñará durante años, contándole a Gil en sus conversaciones telefónicas, los nuevos inventos, las tertulias de la ciudad y así se creará una adicción mutua, pero en dos polos opuestos.
Y mientras Gregorio volverá a casa cada día y volverá a la realidad de las telenovelas en la radio, los reproches de su suegra, las estrecheces y las miserias….Pero llegado a este punto Faroni ya es imparable, puede más que el propio Gregorio y este continuamente tiene que reinventarlo para darle vida. Ya su propia vida. Así tendrá que improvisar, argumentar y llenar de vida y de páginas los viajes, descubrimientos, los premios y reconocimientos del gran Faroni.
Claro, que muchos os preguntareis adonde lleva todo esto. Llevar lleva a lago. Indiscutiblemente, pero eso ya no lo voy a contar. Solo Diré que ya todo se le ha ido de las manos y ya es tarde para dar marcha atrás y borrarlo todo. Es imposible, y más cuando Gil decide ir a la capital para conocer en persona el gran Faroni y agradecerle como su gran discípulo años y años de generosa y desinteresada dedicación por parte de Faroni. Entonces Gil se convierte en el enemigo, el doble enemigo. De Gregorio y de Faroni.
Tiene el final algo de novela negra y policíaca con tintes macabros y De Dostoievski a mi parecer.
Una gran novela, recomendable cien por cien ya que muestra con una gran claridad la delgada línea que separa realidad y fantasía, aunque a veces la fantasía se vuelva real.
Y esto último si que es una realidad. Si no que se lo pregunten al protagonista. ¿ A cual de ellos? Eso lo tendrán que descubrir ustedes.
Muchas gracias.
Luis Landero.
Esta novela la compré hace tiempo, como otras muchas y la tenía en casa esperando que le llegase su turno. Este es un hábito que me gusta tener y ojalá no abandone. Siempre hay un momento propicio para leer este o aquel otro libro.
Personalmente estoy muy contento de haber leído esta novela, hasta tal punto estoy entusiasmado con FARONI y su mundo que creo que acabaré haciéndome Landeriano.
¿Quién no ha soñado alguna vez con ser famoso, reconocido, aspirar a tener una inteligencia y unos reconocimientos que perduren a lo largo del tiempo?
¿Y quien no se ha creído alguna vez una pequeña mentira?, O una gran mentira. Y Cuantas veces no hemos anhelado aquello a lo que no llegamos….bien sea por nuestras propias circunstancias vitales o por nuestro propio alcance personal e intelectual.
Espero no haber ofendido a nadie con estas preguntas un poco pretenciosas…pero me da la impresión de que más de uno que lea esta reseña acabará compadeciendo y quizá un poco identificado con Gregorio Olías o el gran Faroni.
Gregorio Olias es un oficinista gris y un poco acartonado que trabaja en el almacén de una empresa de aceitunas y encurtidos. Después de una vida sin pena ni gloria, dejándose llevar por una corriente que le arrastra desde hace ya demasiados años, se ve con cuarenta y tantos y sin ningún apasionamiento por su propia vida. Y digo su propia.
La novela tiene un cierto aire de clasicismo provinciano, de tertulia de casino, de señoras viudas que regentan una pensión que huele a lejía, de carencias, de huevos duros….como digo tiene un aire decimonónico muy interesante y muy refrescante que desde el primer momento conecta con el lector, lo endulza y lo aproxima al protagonista.
Criado sin padres con un tío que le hizo de maestro en el tiempo que le sobraba después de trabajar en el quiosco, Gregorio vivió una niñez apocada y casi escondida, encorvado servilmente ante la vida. En su primaveral adolescencia pensó que la vida eran rimas y lírica, y pensó que podría ser poeta por lo que comenzó a escribir poemas. Y pasaron los años y los poemas y las novias que no tuvo y el tío enloqueció y murió y después de llevar el quiosco unos años lo cerró.
Se encontraría con Angelita años más tarde en una oscura y laberíntica academia de mecanografía, se mirarían, se reconocerían en la misma especie…y después de frecuentar el casto y sobre valorado piso de la madre y de la propia Angeliata se casarían e irían a la costa. Así pasarán los años entre rezos de la suegra, reproches a su falta de ambición a su cuestionada hombría….Este es Gregorio Olías.
Gregorio Olías trabaja en un lúgubre almacén atendiendo un teléfono y los pedidos y albaranes que llegan. Desde hace años mantiene una relación telefónica con Gil un comercial de su misma edad, más o menos, que llama desde los pueblos de provincias y hace los pedidos.
Poco a poco se irá entablando entre ellos una relación en la que Gil sediento de toda noticia que anuncie avances y progreso, hará que nazca en Gregorio el germen de todo lo que el nunca fue y lo que siempre ha ansiado. Ahora viene mi eterno dilema. El de siempre para los que me leen desde hace tiempo. ¿Que es los que debo contar?, que me perdonen los puristas……esta vez iré un poco más allá. Pero solo un poco.
En este punto es donde comienza una inteligente, audaz y muchas veces disparatada versión de la doble personalidad de Gregorio Olías, el farsante, el embustero, el intrépido, el liante, el embaucador. Pero no nos equivoquemos Gregorio Olías es bueno, desde el principio hasta el final y no hay página en la que no nos una el afecto y la compasión hacía el.
Gil ve en Faroni, personaje inventado por Gregorio al intelectual, el poeta, el políglota, el hombre de mundo, el hombre comprometido y perseguido políticamente, el estandarte del futuro, la salvación de su propia miseria de albaranes grasientos y pensiones desconchadas con una bombilla colgando del techo.
Así será como Gregorio soñará durante años, contándole a Gil en sus conversaciones telefónicas, los nuevos inventos, las tertulias de la ciudad y así se creará una adicción mutua, pero en dos polos opuestos.
Y mientras Gregorio volverá a casa cada día y volverá a la realidad de las telenovelas en la radio, los reproches de su suegra, las estrecheces y las miserias….Pero llegado a este punto Faroni ya es imparable, puede más que el propio Gregorio y este continuamente tiene que reinventarlo para darle vida. Ya su propia vida. Así tendrá que improvisar, argumentar y llenar de vida y de páginas los viajes, descubrimientos, los premios y reconocimientos del gran Faroni.
Claro, que muchos os preguntareis adonde lleva todo esto. Llevar lleva a lago. Indiscutiblemente, pero eso ya no lo voy a contar. Solo Diré que ya todo se le ha ido de las manos y ya es tarde para dar marcha atrás y borrarlo todo. Es imposible, y más cuando Gil decide ir a la capital para conocer en persona el gran Faroni y agradecerle como su gran discípulo años y años de generosa y desinteresada dedicación por parte de Faroni. Entonces Gil se convierte en el enemigo, el doble enemigo. De Gregorio y de Faroni.
Tiene el final algo de novela negra y policíaca con tintes macabros y De Dostoievski a mi parecer.
Una gran novela, recomendable cien por cien ya que muestra con una gran claridad la delgada línea que separa realidad y fantasía, aunque a veces la fantasía se vuelva real.
Y esto último si que es una realidad. Si no que se lo pregunten al protagonista. ¿ A cual de ellos? Eso lo tendrán que descubrir ustedes.
Muchas gracias.
4 comments:
que buen comentario, y encima te ha salido muy irónico, me he reido mucho.
Cuidate
He leído todas las novelas de Landero. Sin duda, la mejor es ésta que reseñas. Landero tiene una visión muy cervantina de la literatura y eso se nota en sus personajes. Muchas de las obsesiones se van repitiendo en el resto de sus novelas casi como un leit-motiv. Por cierto, la última Hoy, Júpiter también aborda el asunto de las vidas fingidas.
Un saludo.
dios, me has tocado el corasonsito. adoro esta novela (por cierto, soy des o la mujer justa, tengo nueva identity, jeje).
la he leído varias veces, creo que es una novela maravillosa. he leído pocas tan impresionantemente bien escritas, tan desgarradoras!!!!!!!
Una novela esencial de nuestra literatura última. Lástima que Landero luego no recuperó nunca ese tono magistral. Me gustó tu comentario, con su dosis de misterio también.
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