Saturday, April 28, 2007


MI PRIMERA COMUNIÓN


Mi primera comunión

Soy un hombre solitario y aburrido, ayer me dejó mi última amante y antes de dar un atronador portazo me dijo que era egocéntrico y caprichoso.

La culpa de todas mis desgracias la tuvo mi primera comunión

Mi catecismo fue un libro pesado, casi como un tebeo, donde aparecía un hombre muy desgraciado que le pasaba de todo, su madre era muy buena, tanto que realmente no hizo nada por tener su hijo, pero de repente estaba embarazada y lo tuvo en un pajar lleno de vacas. Yo eso nunca lo entendí, ¿ Acaso lo entienden ustedes?, vaya forma de complicarse la vida.
El padre era carpintero, aunque no se que muebles hacía, la verdad, pues es que es eso, de niño me dejaron hecho un lío, claro, yo creía que donde vivían sería omo el pirineo, con pastores y rebaños, aunque en el pirineo no viven reyes, y lo de los camellos….me dejaba flipado y lo del incienso y la mirra ya ni te cuento.

Mi madre y mi tía hicieron la comida, y aunque la hicieron el el corral, al fondo, donde estaba la leña, olía tanto a frito y a sardinas que ahora cada vez que como sardinas mis fantasmas me traicionan y entorno los ojos evitando la aparición que tenía cada vez que miraba el plato.
Ese día pasó y me fui haciendo mayor y en la mili me hicieron creer que me hice un hombre, y tuve mi primera novia, ¿ y que tendría aquella niña apocada y con bigote del pueblo de mis tíos para ser la primera ¿, pobre muchacha de alguna forma siempre la culpé por eso por ser la primera de una lista de cientos y cientos de mujeres, después me metí en la universidad y yo era el más idealista y el más revolucionario y nos concentrábamos en la puerta de la facultad de medicina dando vueltas a un corro defendiendo la dignidad del pueblo argentino ante las envestidas de VIDELA.

Pero aún así seguía arrastrando la mochila de los libros y la sensación de hartazgo de aquel día y no por el olor a los fritos, ni por el empacho de la tarta de yema, si no por la soledad que me dejó aquel tebeo tan surrealista. Aunque este último término lo aprendería después claro, a mi me ha costado mucho aprenderlo todo.
Mi madre y mi tía Carlota lloraron mucho y acabaron empapando el arrugado pañuelo salpicado de agua bendita, vinieron mi otra tía monja clarisa, mi abuelo meapilas, aunque sobre este último años más tarde en mi proceso de aprendizaje me daría cuenta de que meaba fuera bastante a menudo.
Ayer después de Irse charlote mi ultima conquista del país vecino, me levanté de la cama y desnudo como estaba me miré en el espejo del armario, me vi triste, demasiado primario para lo avanzado de mis años, bajé la vista y me miré la parte más importante del hombre, EL MIEMBRO, y fugazmente pensé en el estudio sobre la castración existencial que a veces plantea Froid, y para rematar la faena, me puse de perfil y se me presentó mi barriga deformando la escena y pensé en Jesús con la cruz, todo tan sudoroso, tan fuerte llevando semejantes maderos y luego volví a pensar que para ser tan pobre el hombre estaba bien musculoso, sin barriga, y sin mi soledad.

El caso es que todas las mujeres me abandonan, todas, y la vida me va bien, sí, me sonríe, tengo una empresa con unos doscientos empleados, me temen, me admiran y me odian a partes iguales, pero no consigo quitarme la cruz y es esa cruz la que ahuyenta mis conquistas, ayer fue una francesita de exportación, hace dos semanas una esbelta rusa de veinte años y senos operados me dijo que debía tener fé, que encontraría la mujer de mi vida, y es que yo me enamoro de todas y las quiero retener, con susurros y besos y fines de semana en Roma y caros perfumes, cenas elegantes…. Pero todas me dejan.
La fé la perdí el día de mi primera comunión, por eso cuando llegan estas fechas siempre busco alguna amiga discreta y disciplente que me acompañe a algún hotelito donde no oír el replique de las campanas, donde no me pueda acordar del día que empezó todo, donde no tenga referencia de esta estúpida vida, mi vida.

Al final dejé la medicina y monté con unos socios un laboratorio farmacéutico y ahora estoy forrao y tengo la orla colgada en mi despecho y me río de todos ellos con sus caras hinchadas de dignidad, ¿ para qué?, con dignidad no puedo retener veinte días un tratamiento para la rinitis alérgica esta primavera.

Ya me perdonarán, tengo que dejarles Estefanía me llama al móvil, este fin de semana he reservado una habitación doble en un hotelito de la costa.

Tuesday, April 24, 2007

EL FLECHAZO CERTERO







El flechazo certero

Los dos eran unos desconocidos hasta ese día, no sabían nada el uno del otro, pero algo del comienzo se notaba en el aire, en las yemas de los árboles que comenzaban a brotar a principios de una primavera perezosa.

Se encontraron en un terreno libre de cargas e impuestos, la red, charlaron, se rieron con las dos teclas para tal fin del teclado, la J de jamón y la A de amor.
En aquella primera charla ya decidieron verse y se citaron un domingo, a primera hora de la tarde, cuando ya ni tan siquiera se oía el eco de las campanas, hacía un sol fuerte y de lejos se acercaron el uno al otro pero apenas se veían.
Después se tomaron un refresco y para ser el primer día se rieron mucho y se dieron cuenta de que el aire se hacía más denso y al salir a la calle masticaban el cierzo, el eterno e intemporal cierzo de esta ciudad.
Fue inevitable, el aire viciado de deseo los llevó a fundirse en un abrazo que los hizo caerse a un agujero de rojo terciopelo y allí hicieron el amor y siguieron riéndose y dándose abrazos que apenas conseguían apaciguar sus carnes.
Este fue el primer día y harían muy mal en pensar ustedes que ahí quedo todo, esa misma noche una tormenta pasajera borró todas las huellas, pero no se llevó lo único que realmente es necesario para esta historia, el germen, miles y miles de microscópicos puntitos de color rojo ya se habían esparcido por el interior de cada uno de ellos.
Y comenzaron a notar al día siguiente como picaba el polen del amor, fue algo progresivo, nada de escozor en la nariz, lo que les pasó a nuestros protagonistas se asemeja en gran parte a la presión que sentía el bueno de Hans Castorp en el sanatorio bergoff de la montaña mágica, olvidaron el propio sentido del tiempo y aunque este no se teduvo se volvió denso, palpitante, concentrado en el pecho y desbocado, desbocado como los caballos asustados por la tormenta.

Se escribieron tímidamente y miraban por la ventana intentando verse en las personas que pasaban por la calle, poco a poco todo se volvió luminoso, y se pusieron a cantar y se asombraban al verse bailando en el trabajo, sonriéndole a la luna del coche.
Y decidieron volverse a ver, quedaron en un lugar apartado, se sonrieron, apenas se miraron y decidieron cogerse las manos sudadas mientras esperaban que se enfriara el té.
Esa noche al llegar a casa uno de los dos vio en un canal de pago un documental sobre el desove del salmón y al ver aquella maraña de minúsculos huevos transparentes, apenas percibidos, esparciéndose en la cristalina corriente de un río, se dio cuenta de algo, de algo abstracto como el mismo tiempo que le envolvía, se había enamorado.
Y el otro tardó en dormirse, el mismo tiempo denso y casi retenido en su dormitorio lo tenía atrapado y abrazó la almohada y la besó y se volvió a caer al pozo de terciopelo rojo sin acordarse para nada que a las seis le sonaría el despertador digital para ir a trabajar a la fábrica.

Pasaron los días y los árboles se llenaron de hojas, algunos sacaron unas flores que al primero de ellos le hacían destellos y con el cambio de hora el día se tornó más largo y luminoso y el segundo decidió regalarle un libro, el mejor libro del mundo.
Todavía se conocen poco, conviven entre la rinitis del amor y los cambios de velocidad propios del deseo y ahora que ya por fin todos los árboles han sacado sus hojas, ellos miman la criatura, con alegría y esperanza y el temor propio de la madre que mira con ojos protectores a su hijo.

Dedicado a el amor desconocido. O conocido?